Como en otras ciudades: Cádiz, torre de Tavira; Sevilla, torre de Los Perdigones, en el barrio de la Macarena; Jerez de la Frontera, torre de Trivago en el Palacio de Villavicencio. Estas son algunas de las cámaras oscuras más representativas con las que cuenta el territorio nacional, por poner unos ejemplos. Cámaras que bien pudieran envidiar a la de reciente instalación en la torre norte del Palacio Ducal de Béjar.
Pues bien, enlazando este artículo con el anterior, “Visiones de Béjar (34)”, en el que conté por encima mi experiencia vivida en dicha Cámara Oscura, hoy voy a tratar de centrarme en su fundamento, sus orígenes y como la viví yo desde mi impresión personal, siempre profana y no profesional, aunque me haya documentado lo preciso para escribir este artículo.
Para empezar, voy a tratar de describir lo que es y lo que representa una Cámara Oscura. La cámara oscura es un instrumento óptico que permite obtener una proyección plana de una imagen externa sobre la zona interior de su superficie. Constituyó y contribuyó al desarrollo de la fotografía (véase el esquema adjunto). Los aparatos fotográficos actuales heredaron la palabra cámara de las antiguas cámaras oscuras.
Esquema de cámara oscura siglo XVIIIEsquema de cámara oscura siglo XVIII
Fue utilizada antiguamente como ayuda para el dibujo. La imagen proyectada sobre el papel u otro soporte, podía servir de pauta para dibujar sobre ella; tal como ya hiciera por ejemplo Leonardo Da Vinci. Posteriormente, cuando se descubrieron los materiales fotosensibles, la cámara oscura se convirtió en cámara fotográfica estenopeica (usa un simple orificio como objetivo).
Estas cámaras estaban muy limitadas por el compromiso necesario para establecer el diámetro de la abertura: suficientemente reducido para que la imagen tuviera una definición aceptable y suficientemente grande para que el tiempo de exposición no fuera demasiado largo. El uso de lentes o juegos de ellas como objetivo convirtieron definitivamente la cámara oscura en cámara fotográfica y, desde ese momento, fue evolucionando en diferentes etapas.
La Cámara Oscura de Béjar está montada en el torreón norte del Palacio Ducal. Su lente óptica está colocada, como en todas las cámaras oscuras, en una zona específica y privilegiada que suele ser en lo alto de la torre, para tener un amplio y mayor abanico de posibilidades a la hora de recoger y captar imágenes. En esta cámara que nos ocupa, el sistema de lentes y el consiguiente “platillo” donde se reflejan las imágenes estaban controladas y manipuladas por la persona encargada de aleccionarnos, mediante un sistema, podríamos decir, de bastidores o poleas, que movían tanto las lentes como el plato, alejando o acercando las imágenes, dependiendo del lugar donde se encontraban; viéndose dichas imágenes con mayor o menor claridad, dependiendo también un poco del tiempo que hiciera, o sea de la climatología. Como pude apreciar el primer día que visité la cámara oscura, se podía ver toda la sierra de Béjar, con sus cumbres nevadas, y eso que no estaba el día despejado. También pude observar, y siempre bajo la manipulación de la operaria, imágenes más cercanas, como la torre de la iglesia del Salvador, San Gil, San Juan o el teatro Cervantes, así como distintas partes de la ciudad de Béjar, todo ello con bastante nitidez; apreciándose el discurrir de las gentes, coches y demás “vida” ciudadana, cosa que a mí personalmente se me tornó algo indiscreto (ya lo comenté en el artículo anterior); pudimos observar, por ejemplo, reflejada sobre el soporte a modo de circulo blanco donde se proyectaban las imágenes, a una persona cruzando el puente de San Albín, con su perro, tranquilamente, con una claridad pasmosa.
Por lo demás, el fundamento de dicha cámara es el que he especificado y desarrollado anteriormente de una cámara oscura convencional.
Dado que es novedoso en nuestra ciudad este “invento”, y que puede atraer a muchas personas de fuera de Béjar, yo les invito, como apuntaba en mi artículo anterior, a que ustedes, apreciados/as lectores/as, se acerquen por allí a visitarla, y de paso, dense un paseo por las calles del casco antiguo. Conozcan, den vida a su Ciudad. Les aseguro que merecerá la pena.